jueves, 18 de agosto de 2011

Educación: Un espacio público gratuito o un espacio privado de negocios


por Gregorio Angelcos

Gobernar es educar, afirmaba el presidente Pedro Aguirre Cerda, instaurando la obligatoriedad en la enseñanza básica pública. Corría el año 1938 y este radical de estirpe, defensor de los valores republicanos, demócrata de excelencia, profesor de Estado, perfilaba el desarrollo del país a partir de un proceso donde la calidad de la educación era el eje principal de su gestión como gobernante. Setenta y dos años después, Sebastián Piñera define a la educación “como un bien de consumo”, en medio de las movilizaciones sociales de mayor convocatoria en este siglo que exigen: educación pública gratuita y excelencia académica.

Dos maneras de entender la gestión del Estado, en este y en otros ámbitos, donde la función de gobierno se piensa desde las ideologías con acentos marcadamente antagónicos. Para el neoliberalismo representado transversalmente por el actual gobierno y sectores de la arcaica Concertación de Partidos por la Democracia, la gratuidad es incompatible con el capitalismo salvaje imperante desde la presencia de los Chicago Boy en los ministerios de Hacienda y Economía durante los años de dictadura.

Gradualmente fue desmantelándose el Estado de funciones vitales como la educación y la salud, y se procedió a su privatización en un alto porcentaje, convirtiéndolas en una extensión de los negocios del sector empresarial. El directorio de una universidad ofrece en el mercado educación, y cobra un arancel comercial a la masa de jóvenes que egresan de enseñanza media. Quien paga estudia, es la consigna, y partir de este raciocinio se derivan las formulas económicas de acceso a los estudios superiores: dos alternativas para las familias de ingresos medios, medios bajos y pobres, estos últimos concordantes con el salario mínimo.

La primera solución es acceder a un crédito en el sistema financiero con tasas de interés sustentadas en la usura, y endeudarse, sin tener la certeza de que una vez alcanzada una profesión específica, se podrá acceder a una fuente laboral. La razón es que el mercado nacional es insuficiente por sus lógicas de funcionamiento, de garantizar un mercado ocupacional de amplio espectro. Sin embargo y conscientes de esta realidad, permitieron la proliferación de universidades privadas y entregaron títulos profesionales a diestra y a siniestra. En síntesis, avalaron con su concepción economicista una situación de cesantía y endeudamiento que originó la crisis actual que enfrenta el país.

La segunda es el otorgamiento de becas a los estudiantes de bajos ingresos, que poseyendo condiciones académicas puedan recibir este beneficio para que puedan estudiar. La distribución de estas está restringida a un porcentaje, excluyendo a otros en condiciones similares lo que genera una discriminación negativa. La beca es una dadiva que en su concepción trata al que postula como un menesteroso, un amparado por el sistema, equivale en términos proporcionales a una residencia del Hogar de Cristo, donde llegan hombres y mujeres en situación de abandono en las calles a dormir y reciben como un valor agregado, un plato de sopa en la noche y una taza de café y un pan al desayuno, antes de ser desalojados para que deambulen por las calles sin destino ni futuro predecible. En consecuencia, la beca es una expresión de conmiseración del que la otorga y constituye una indignidad para el que la recibe.

Comprendiendo estos dos factores, los estudiantes paralizaron sus actividades y se volcaron en las calles, rompiendo con las lógicas del poder imperantes durante los últimos treinta años, y demandan: educación pública gratuita y de calidad. Emerge un discurso republicano, la voz de Aguirre Cerda en boca de una multitud. Cambio estructural del modelo, afirman. Y exigen del Estado el derecho a educarse, diferenciando a la educación de los negocios y el mercado. El Estado debe invertir y garantizar desde un punto de vista económico el acceso libre a la Enseñanza Superior a todos aquellos que posean la excelencia requerida.

“Nada es gratis en esta vida”, ha dicho Piñera, acentuando su lógica neoliberal, pero en el resto de América Latina, en Estados Unidos, están las universidades del Estado educando a miles de jóvenes en forma gratuita. Los valores humanistas en estos procesos enajenan al dinero situándolo en otros espacios del desarrollo nacional. La gratuidad es un derecho humano inalienable en la educación, dignifica a los estratos de menores ingresos, y sitúa de paso al Estado en el rol para el que fue concebido.

Por esta razón, la clase política, ajena a la pobreza real en que viven millones de chilenos, no escucha, hace oídos sordos, y busca soluciones en un contexto que se encuentra colapsado, porque el proyecto de municipalización de las enseñanzas básicas y medias empobreció los contenidos en el aula, profundizando la brecha entre ricos y pobres. El conocimiento se desvalorizó, y la dispersión social de la juventud la envolvió en un estado de ignorancia e inconsciencia durante largos años.

En la actual coyuntura se inicia un despertar, una toma de razón colectiva en torno al origen de sus precariedades, y reaccionan, protestan, se apropian de las calles para exigir justicia social, y el país tan renuente a levantar la voz para frenar los criterios legislativos anclados en una cultura que domina por el volumen de sus fortunas, se suma, adhiere a una posibilidad de cambios que de sostenerse en los principios que los motivaron, permitirá democratizar el país de manera más equitativa, y con una perspectiva de sustitución de las elites, para que las nuevas generaciones impongan un modelo de criterios más amplios y más humanos.

domingo, 10 de julio de 2011

Si cae el modelo educacional se inicia el verdadero camino hacia la libertad


por Gregorio Angelcos

El sistema político se encuentra en crisis después de tres décadas y el modelo económico impide, por las lógicas ideológicas del poder, que se realicen las reformas necesarias para mejorar la calidad de vida de la sociedad civil, abatida por el encarecimiento del costo de la vida, el endeudamiento, y la subordinación de la que es víctima desde una constitución que no garantiza la participación ciudadana, legando la totalidad de las decisiones a las cúpulas que acceden a la administración del aparato del Estado, a través de una democracia representativa, donde los intereses de la ciudadanía entran en conflicto con las decisiones oficiales de las autoridades.
Chile es una empresa donde convergen las inversiones nacionales con la extranjeras, un escenario de negocios, con exigencias tributarias mínimas que les garantizan un paraíso del capitalismo para multiplicar sus fortunas, sin que este proceso beneficie a los gobernados, los que por antítesis, reciben bajos salarios, maltratos encubiertos, y una normativa que condiciona y somete su voluntad a los designios del dinero.
Sin duda, el desmantelamiento de la educación y la salud públicas, y la traslación de estas a los espacios del mercado, marcan un hito durante los años de dictadura, que tendrá consecuencias en los años posteriores a su ejecución. La municipalización de ambas realidades son el principio de su descomposición, instalando un sistema paralelo con mayores y mejores garantías, con la evidente intención de convertirlo en un prolífico negocio para el sector privado.
Así se va estableciendo un vínculo entre educación y negocio, la calidad se asocia a la capacidad económica de las familias para garantizar una buena enseñanza, por el contrario, quien no dispone de ingresos medios altos o altos, está condenado a una oferta educativa marginal proveniente de un Estado débil, displicente, que deja de desempeñar su rol de servicio ciudadano, preocupándose de administrar a través de su gestión y de su legislación, los diferentes conflictos sociales que pudieran empantanar el crecimiento económico de los inversionistas.
La estabilidad es un principio esencial para mantener el “orden” del modelo económico, reconociéndose unilateralmente, el derecho a cuantificar las riquezas de los grupos económicos en desmedro del trabajo humano de la mayoría, el que se desvaloriza permanentemente disminuyendo su acceso al consumo básico indispensable.
Alimentos, transportes, y viviendas de alto costo en relación a otros países latinoamericanos. Ingreso mínimo paupérrimo. El viejo concepto de la explotación se cierne sobre nuestras vidas, en un país que contextualizado por su crecimiento material, esconde la pobreza y la subsume entre resultados macroeconómicos y debates públicos que excluyen estos temas de la agenda pública nacional.
El lucro predomina como un derecho inalienable de los empresarios, desdeñando la idea de buscar un equilibrio que nos permita acceder a una mayor justicia social.. Vender con la mayor rentabilidad posible es un axioma esencial del neoliberalismo, y esto incluye a la Educación y a la Salud de todos los chilenos.
Las recientes movilizaciones estudiantiles reivindican el derecho a una educación gratuita proveniente del Estado, y de paso le recuerdan a este estamento, cual debe ser su rol en relación con la sociedad civil a la que gobierna. Recuerdo el viejo axioma del Presidente Pedro Aguirre Cerda, en la década del treinta del siglo pasado: “Gobernar es educar”, pero las autoridades actuales no comparten este principio humanista, quien no posea dinero suficiente no tiene acceso a la educación, salvo que acepte las reglas del juego, y gestione un crédito en el sector financiero y comprometa su vida y su futuro, arriesgando su escaso patrimonio ante la imposibilidad de emplearse en el raquítico mercado ocupacional, porque siendo objetivo, la relación oferta educacional versus mercado laboral es absolutamente incoherente y desproporcionada. Se obtiene un crédito endeudándose y luego nadie garantiza un espacio laboral digno y bien remunerado para cubrir el compromiso económico contraído. La mera acción en este sentido, nos sume en una inseguridad y en una inestabilidad de la cual nadie se hará cargo en los próximos años.
En síntesis, el país enfrenta una contradicción de fondo, la educación es un valor y un derecho que debe ser garantizado por los gobernantes de turno, y no un negocio para enriquecer a los empresarios que por extensión de sus empresas financieras y de manufacturas, instalan a diestra y siniestra Universidades y colegios privados.
La razón de fondo de las contradicciones que enfrenta nuestra sociedad es que los grandes empresarios, asumida la globalización capitalista, entienden que es insuficiente el solo manejo de sus negocios e inversiones, y por tanto, expanden sus tentáculos hacia el poder del Estado, al ejercer su control disponen del territorio nacional, de sus riquezas naturales, patrimonio de todos sus habitantes, en un espacio para privilegiar sus negocios individuales, de esta forma idean el proyecto Hidroaysen, para vender más energía y generar mayor rentabilidad para los inversionistas, sin que esta riqueza “chorree” al conjunto de la población.
No se requiere de mayor rigor analítico para responder a la pregunta de ¿por qué y para qué un millonario decidió presidir el país en la actual coyuntura, constituyendo un equipo ministerial y jefaturas con personas de grupos provenientes del poder económico nacional?.
Es evidente que aquellos que han pensado a través de la historia que el Estado debe descentralizar el manejo económico, radicando la acción en su totalidad en el sector privado, no pueden sentir y pensar que hay valores humanos que están fuera de cualquier criterio economicista, no está en su ADN el entendimiento que educar no es vender, que sanar a otro ser humano, es impropio de un negocio, el lucro en estos ámbitos es una inmoralidad, es una visión contraria a la ética humanista, y por tanto, la reacción natural de los afectados por esto tipo de modelo esgrimen con legitimidad, el derecho a una sociedad de características distintas a las que fueron impuestas a partir de la transición en la década de los noventa.
Chile empieza a cambiar, aún los poderes fácticos mantienen el control de los procesos y proponen solucionen que enmarcan con alambre de púa, el que salta la cerca es reprimido con eficacia, pero son tantos los presionan que la cerca se derrumbará, y cuando eso ocurra, será el inicio de un camino hacia una verdadera libertad.

domingo, 30 de enero de 2011

Presentación de poemario de Valeria Zurano en la Sociedad de Escritores de Chile










Comentario del Escritor y Periodista Gregorio Angelcos






































Ella percibe que tiembla, pero como se trata de una percepción, abre sus alas y se desplaza en dirección a una estrella donde morirá el mito que imaginó en su inconsciente creativo. Sólo eso.

Estos conjuros para detener el temblor de Valeria Zurano son un ruego o invocación de carácter mágico que se recita con el fin de lograr alguna cosa: Una especie de exorcismo, imprecación a los espíritus malignos que no son atribuibles a factores exógenos, a fuerzas invisibles de la naturaleza que afectaban a nuestros antecesores en viejas civilizaciones invadidas por raciocinios subjetivos ante la incapacidad y los miedos que provocaban los fenómenos externos ante los cuales no se tenían respuestas racionales, que estimularan el análisis para sortearlos, mediatizarlos o controlarlos para devolverle la paz interior a una persona.
En este caso se trata de un conjuro a una presunción amorosa de la autora, en un proceso de sanación para despedir a un marido difunto. Un fantasma que penetra más allá de su lado consciente y activo en su estructura sicosomática el origen de un mito cuyo sustento contextual es el amor. Los seres humanos en el siglo veintiuno transitamos en un viaje saturado de vértigos estimulados por un materialismo mecánico que nos seduce irracionalmente. Entonces la felicidad como una búsqueda humana, tiende a extinguirse o a desaparecer por componentes otorgados por la modernidad científica o tecnológica que se convierten en sustitutos de la belleza, los sentimientos o el amor en sus diferentes acepciones, sean estas Freudianas o las que describe el psicólogo social Erick Fromm en su libro El Arte de Amar.
Por esta razón, el retorno de Valeria a una condición esencial humana en este libro como es el amor de pareja, lo constituye textualmente en una literatura apocalíptica, y en todo proceso de esta naturaleza, el hombre requiere de un principio básico que es el lado creador, una mixtura entre una especial dimensión de su funcionamiento neuronal, con las reacciones químicas del cuerpo frente a su eventual adversario.
Aquí aparecen los estados amorosos transitorios, las sensaciones y los deseos controlados en su situación emocional anterior, y penetra sin proponérselo en un laberinto por el que inicia una transición ciega hacia un destino desconocido. Se trata de un contexto temporal en estado de abstracción fuera del tiempo real, en el lenguaje de Octavio Paz, estamos frente a un tiempo que define como un tiempo de conciencia, un no tiempo inmedible desde una perspectiva cronológica, que puede ser un siglo o un segundo, donde los sujetos amorosos entran en un estado de trance, una hipnosis interactiva, que está ajena a cualquier intento de identidad compartida o felicidad eterna, aunque en su problemática enajenada esa sea una expectativa posible.
De ahí que en situaciones reiteradas el hablante lírico, provoque una escritura poética que tiene una tendencia inconsciente hacia lo apocalíptico, aunque no lo desee, sabe que esta experiencia tiene un rumbo definitivo y único, que es la destrucción del mito, el fin de un mundo, donde el derrumbe no solo hará temblar la relación, porque los grados del movimiento irán en ascenso y la destrucción será definitiva.
Luego, sobreviene la crisis, la decepción, la ausencia del mito de la felicidad, la soledad que provoca el término de la convivencia, donde las costumbres integradas habían castigado o perdonado un estilo de vida casi inseparable, con olores y sudores compartidos, una mimesis indisoluble que potenciaba ambas individuales y les daba un sentido subjetivo frente al mundo.
El amparo, la protección, la aceptación de las diferencias, a veces a regañadientes, pero la voluntad de comprenderse neutralizaba las posibles distracciones personales, había en este escenario una superación de los miedos y una renuncia consciente a la libertad y a las necesidades individuales, para enfrentarse a las inseguras variables de la modernidad, en un contexto de entendimiento y protección mutua. Pero al final, en la objetivación del uno hacia el otro, la idolatría cae hacia un abismo donde el final es inminente, la muerte se ha encargado de cumplir con su cometido, y a aparecen los errores, la verdadera identidad de los protagonistas, las mentiras que fueron mediatizadas para sostener la vida en el olimpo de los privilegiados, por este competo ambiguo e irracional que vivimos como la plenitud en el amor.
Así, muere Dios, se desarticula el poder, la solidaridad es una expresión del contexto articulado durante la transición hacia el inevitable final del tiempo, las conciencias van alcanzando plena autonomía, y el olvido deja secuelas sicológicas donde los hombres castigan o perdonan, dependiendo del impacto o las huellas que legaron de esa particular experiencia amorosa. Cito la dedicatoria de Valeria Zurano que antecede a su poemario: “A mi confinado adversario / cuyo nombre estará latente en estas elegías / para combatir el olvido de la tierra / que se lo ha llevado.
Pero, no se llevó la tierra, su desidia lo hizo invisible para su mirada atenta, se confino a un exilio, donde esta muerte tiene un valor de mayor significación que el presunto amor que pudo sentir por esta poeta, quien de alguna manera lo inmortalizó en estos versos, aunque toda la escritura de este siglo, no tendrá existencia para las generaciones venideras. Por tanto afirmo que esta anécdota escrita en verso, se constituye en una experiencia y un legado de un sueño que desapareció abruptamente para que todo retornase a la normalidad.
Zurano nos amenaza con su próximo libro “ La Belleza del resentimiento”, brinda por su libertad con cervezas heladas y con hielo, y su escritura dará un salto cualitativo hacia otras problemáticas, aunque esta en particular me hizo comprender que la vida en el amor, emulando el título de un libro de Ernesto Cardenal, sea posible, una y otra vez, con la intensidad y la pasión que se requiere con urgencia en un mundo cada vez más deshumanizado, y esto último, lo afirmo por mi propia experiencia actual.
Aunque al mismo tiempo debo ser honesto y confesar que coincido plenamente con el filósofo francés Jean Paul Sartre cuando sostiene que “el infierno son los otros”, a lo que agrega “Nadie es como otro. Ni mejor ni peor. Es otro. Y si dos están de acuerdo es por un malentendido”.
Valeria Zurano nos conmueve en este libro por su honestidad, por su sólido manejo del lenguaje poético, por la estética de sus versos y por el inmenso amor con el que concibió este poemario. Aprecio a tres poetas argentinas que son mis predilectas: Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, y Valeria Zurano, que con el paso de los años integrará a trilogía bonaerense para beneficio de la poesía latinoamericana.

Gregorio Angelcos,
Santiago, Chile, enero de 2011.